Sobre mí

Hablar sobre una misma, nunca ha sido fácil.
¿Por dónde empezar? ¿Qué es lo que me define? ¿Soy la misma en todos los contextos?
Intentar responder a estas preguntas podría ser, en sí, el objeto de un taller...
Empecemos por el comienzo.
Soy Inès.
Inès Dinant.
Belga.
Por lo menos de nacimiento y de corazón... sobre todo de corazón.
Soy doctora en antropología por la Universidad Complutense de Madrid.
Tengo más de 10 años aplicando la antropología a procesos de innovación.
He sido profesora en la Universidad de Deusto en Bilbao.
Soy naveganta.
Este proyecto nace no solo de mis cuestionamientos frente al mundo que nos rodea y evoluciona, de mis pasiones, de la naturaleza que me inspira, sino también de mis ganas de aprender y de compartir con les demás reflexiones que permiten volver a ponernos en el centro. Cada une en nuestro centro.
Mi historia
Aunque provengo de un pequeño pueblo de la campiña belga siempre he sido una apasionada del mar y de América Latina. No busquéis demasiado la relación, no creo que la haya o, por lo menos, no la he encontrado. Todavía.
Al cumplir 15 años, me fui a la Bretaña Norte, a la escuela de vela "Les Glénans", en Paimpol, para aprender a navegar y estar sobre el mar.
A los 18 años, me fui a México para un año; quería estar al lado del mar. Ya que estoy... porque no combinar ambas cosas.
Terminé viviendo en el medio del desierto.
Estuvo genial también, es otro tipo de inmensidad. Además, me iba al mar de vez en cuando. Allí, conocí el Pacífico, el Caribe y un poco del Golfo de México. También conocí al mar de árboles de la jungla de Chiapas, pude ver el agua de los ríos, marrón con los árboles perdiéndose en ella y donde da miedo bañarse; dicen que está llena de cocodrilos.
Después de este viaje, empecé en la marina mercante. Quería ser oceanóloga. Quería navegar. Parece lógico, ¿no?
Aguanté 6 meses... y después, no volví a pisar un velero durante casi 7 años...
7 años que me permitieron acercarme a América Latina.
Empecé a estudiar antropología en la ULB en Bruselas. Después de dos años, me fui a Madrid (la lógica ex-colonial imperando: América Latina estaba mucho más estudiada allí), de Erasmus, para 6 meses. Me quedé en España más de 10 años. Durante éstos, me especialicé en América Latina; si expresarlo así tiene sentido"especializarse en".
Me mudé al País Vasco, al lado del mar. Por fin podía elegir dónde vivir; para mí era evidente: el trabajo seguiría. Y siguió. En el 2010, empecé a trabajar en antropología aplicada a procesos de innovación para una empresa de electrodomésticos: sísí, existe. Me quedé allí 3 años.
Después, me marché a vivir 6 meses en las orillas del Lago Titikaka, en el Perú en el marco del trabajo de campo de mi tesis doctoral.
El agua nunca puede estar muy lejos.
Llegan entonces el Uruguay y la Argentina donde trabajé arduamente en la escritura de mi tesis. Esta trata de la relación entre las políticas y la formación de identidades nacionales.
Al cabo de dos años, vuelvo al País Vasco.
Retomo mi trabajo en antropología aplicada a procesos de innovación a la vez que hago regatas durante los fines de semana para recargarme de iodo y de bailes con el mar.
Empiezo a dar clase en la Universidad de Deusto.
Defiendo mi tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid obteniendo este título con excelencia.
Me quiebro. Un periodo de 4 meses se abre ante mí.
De octubre a enero…
¿Adivináis lo que viene después?
Encuentro un barco y su capitán que andan buscando a alguien para cruzar el Atlántico. El 10 de noviembre 2018, salgo de Brest (sí, quería salir desde Bretaña) dirección Jacaré (no, no quería llegar al Caribe). Para mí, era un test, quería saber si me gustaba navegar y estar largos periodos de tiempo en un barco. Me cambió la vida. Aprendí lo que era vivir en otra realidad temporal y espacial; en contacto total y absoluto con la naturaleza.
Vuelvo al País Vasco.
Retomo mi trabajo en antropología aplicada a procesos de innovación a la vez que hago regatas durante los fines de semana para recargarme de iodo y de bailes con La mar.
Sigo dando clase en la Universidad de Deusto.
Me quiebro. ¿Cómo podría combinar La mar con la antropología?
Primera solución : me compro un velero.
Octubre 2019 : La Ceci (mi barco, mi casa, mi puerto de referencia por sí sola, mi remanso de paz, mi salvavidas, mi trampolín, mi mejor aliada, mi compañera, mi consuelo y mi reto más bonito)
La Ceci entra a mi vida… es la mejor decisión que he tomado en estos últimos años de mi vida.
Aunque no soluciona en absoluto mi cuestionamiento (casi podríamos hablar de tensión) de cómo hacer llegar a entendimiento mutuo la antropóloga y la marinera que me habitan.
En el verano 2021, decido dejar mi puerto de referencia y, mi trabajo permitiéndolo, decido empezar a vivir en itinerancia, con La Ceci, a lo largo de la costa española, sola y a veces acompañada.
Llegada a A Coruña, mientras que todo el mundo intenta convencerme de seguir hacia el sur, el calor, decido volver a subir hacia el Norte, hacia la Isla de Oléron...
¿Por qué?
No lo sé.
Bueno, me gusta oír y escuchar el Atlántico rugir en invierno.
Este lugar me abrió los ojos, me permitió volver a conectarme con la naturaleza, al silencio, conmigo misma.
Empiezo a tener todo más claro.
Me encanta escribir pero, tengo miedo de escribir.
Me encanta la filosofía,
Me encanta leer,
Me encanta intercambiar con las personas,
La mar me inspira,
Creo que lo puedo lograr,
Sé que lo puedo lograr,
Me apasiona; por fin encontré cómo responder a mi pregunta.
Después de un verano surcando los mares del sur de Bretaña, La Ceci y yo, nos instalamos en Port-La-Forêt.
Con mi "belgitud" durmiendo en mi interior, mi hispanismo que luce en mis decires y mis pensamientos, la vela que está cada vez más a mi alrededor y, por fin, con el olor de los árboles aún estando sobre La mar.
Me acerco de Paimpol...
Dimito, pero sin haberme quebrado, sin conflicto, todo lo contrario.
Simplemente porque siento que ha llegado el momento de hacer otra cosa.
Y « A Sea Of Thousand Thoughts. Navegando entre palabras y pensamientos » coge forma, poco a poco, poliki poliki y, me estás leyendo y, eso ya, es pura magia.